22 de enero de 2010

Paz, Libertad y Muerte (3era parte)

   Semm Lenahh, conocido por toda la resistencia como El León,  se paseaba desesperado por el salón presidencial de Bacnu-Ham, la ciudad que había quedado desierta después de que la AS organizara un ataque aéreo devastador. Eliminando tan solo 5 mil elementos militares que se encontraban en la ciudad; pero dando muerte a más de 2 millones de civiles. Semm se alisto al grupo rebelde después de haber perdido a sus tres hermanos en un enfrentamiento entre la AS y la resistencia. La AS localizó un pequeño grupo rebelde en lo profundo del bosque, y suponiendo que se preparaban para un ataque, enviaron a más de 200 elementos del Escuadrón Alfa-14. Los menos de 50 rebeldes se refugiaron en la aldea donde vivía Semm, quien era huérfano desde los 15 años y estaba a cargo de velar por sus 3 pequeños hermanos. Pero las fuerzas de la AS no se detuvieron, y exterminaron a todos en la aldea. Cuando Semm escuchó las explosiones y gritos provenientes de la aldea, se encontraba arando el campo que pertenecía a su familia, en el que trabajaba prácticamente de sol a sol. El corazón le dio un vuelco, y corrió tan rápido como pudo hacia su casa; pero era tarde, la aldea se encontraba devastada. Atravesó corriendo la pequeña aldea, sorteando los cuerpos sin vida de los que habían sido sus vecinos, por todo el lugar se miraba el poder de destrucción de la AS. Al llegar a su casa, una columna de humo le arrebató el aliento, el fuego se asomaba por las ventanas y puertas, y solo se escuchaba el crujir de la madera al ser devorada por el fuego. Después de mucho luchar contra las llamas, pudo abrirse paso hacia el interior de la pequeña casa, solo para encontrarse con tres cuerpos a medio calcinar, en los cuales aun podía verse el rostro de sus hermanos. Esa noche, después de enterrar en una pequeña ceremonia los tres cuerpos, Semm emprendió el camino a Lenuta, la capital rebelde, para enlistarse en el ejercito de la Resistencia. A partir de entonces, el joven se dedicó con determinación a llegar a ser el comandante de la Fuerza de Resistencia (FR), y lo logró.
   Acostumbrado a estar en situaciones de desventaja frente a la AS, El León había logrado forjarse un carácter frío y calculador; pero últimamente las cosas no iban bien, casi veinte años atrás, la AS había logrado tomar por asalto Lenuta, dando con esto un golpe incalculable a la FR, obligándolos a mover su base de operaciones constantemente. Y justo hoy, uno de los radares detectó por unos instantes un eco que se aproximaba por el este a gran velocidad, aunque había desaparecido a los pocos segundos, no se podían confiar, sabían que la AS tenia armamento y equipo muy avanzado, y eso lo inquietaba. -Señor, el eco ha desaparecido y no hemos detectado nada desde hace 4 minutos- -Muy bien soldado, manténgase al tanto, y envíe un grupo de reconocimiento, no quiero que nos equivoquemos-.

   A dos kilómetros de la ciudad, siete silenciosas siluetas atravesaban el bosque en total oscuridad. Equipados con el sistema de asalto más sigiloso conocido, podían trabajar sin luz alguna, con una visibilidad casi perfecta, y un sistema de comunicación indetectable. - Gibson, de el reporte de nuestra posición!- -Señor, estamos a menos de dos kilómetros de la ciudad, una vez ahí, podremos acercarnos al centro de mando por es sistema de alcantarillas- -De acuerdo, Freeman, que hay de los sistemas de vigilancia, hay algo de que preocuparse?-.Todos tenían un trabajo especifico, cada uno era un elemento importante e indispensable para el equipo, pero no se había hablado de que es lo que Jhon vendría a hacer dentro del EP, en realidad, estaba muy por encima de cualquier soldado de la AS en cuanto a combate y estrategia, pero no se había destacado en ningún campo mas que cualquiera en el Escuadrón Phantom. Cuando se lo preguntó al General, este se limitó a responder que pronto se le seria asignada una función específica, pero por el momento, se tendría que acatar a as ordenes de Redmond. Las indicaciones de Gisbson lo arrancaron de su cavilación. -Hemos llegado al limite de la ciudad señor, pero tenemos que avanzar medio kilómetro hacia el norte, ahí la seguridad es prácticamente nula.
 
   Dentro del centro de mandos de la FR, Semm recibía el informe del equipo de reconocimiento -Señor, todo despejado, no hay indicios de movimiento aéreo o terrestre- -Enterado soldado, diríjanse de nuevo a sus puestos- Todo indicaba que esa seria una noche tranquila, como las demás, pero Semm había sido apodado El León por un preciso instinto en el que siempre confiaba. Durante los combates en los que tomó parte, le resulto mucho más efectivo que cualquier equipo tecnológico que le pudiera brindar la Fuerza de Resistencia. Y esa noche, su instinto le decía que la noche estaba a punto de cambiar.

    Una vez dentro del complejo de drenaje de la ciudad, los siete miembros del EP avanzaron por el trayecto marcado por Gibson, tal como lo había dicho, los túneles tenían dimensiones casi colosales, construidas para desaguar una ciudad tan importante como esa; pero en esos tiempos se encontraban vacíos, La AS se había encargado de hacerle la vida lo menos tolerable posible a la resistencia, y sus primeros blancos fueron los sistemas de suministro de agua. La caminata fue larga, debido a la complejidad de los pasadizos entre túnel y túnel, y la distancia que habrían recorrido de haber ido sobre tierra se cuadriplicó, pero no había lugar para correr riesgos innecesarios. Cuando visualizaron la escotilla que los dejaría a menos de veinte metros del palacio de gobierno, donde se alojaba Semm, el corazón de Jhon empezó a latir con fuerza, ahora empezaba realmente la misión, lo demás, había sido un juego de niños.
   Una vez fuera del alcantarillado, el EP se dirigió al palacio gubernamental, fue fácil burlar la vigilancia. Gracias a un excelente trabajo de Gibson y Freeman, habían podido averiguar que la resistencia tenia en su poder 4 antenas radiofónicas de baja frecuencia, que, aunque eran algo arcaicas, eran lo suficientemente potente para detectar cualquier vehículo que se acercara a  Bacnu-Ham; pero el tiempo de rebote de señar era relativamente lento, lo suficiente para que un programa decodificador pudiera infiltrase a la segunda onda de sonido, borrando de la pantalla del radar el rastro del helicóptero. Y aunque el líder Semm hubiera mandado un grupo de reconocimiento para averiguar el eco en la pantalla, el equipo había puesto distancia de por medio sumamente rápido. Así que no esperarían que para ese momento ya estuvieran dentro del perímetro del cuartel de operaciones de la FR. Solamente Farawey se separo del grupo para tomar posición en un edificio alto de las inmediaciones, era un excelente francotirador, por no decir el mejor que alguna vez había entrado en el Escuadrón Phantom, y Redmond confiaba ciegamente en su capacidad de cobertura.

   -Soldado, haga reforzar el perímetro, y duplique las rondas- Por mas que intentó, Semm no pudo conciliar el sueño, algo no andaba bien, un eco no aparece por que si, y mucho menos viajando en línea recta hacia ellos a la velocidad que indicaba el radar. Cuando el soldado salió del despacho de su líder, sin duda pensando que debía estar volviéndose paranoico, acató las ordenes que recibió, había aprendido a no contrariar al El León. Así que sin vacilar se dirigió por los pasillos de lo que una vez había sido el edificio mas decorado de la devastada ciudad, atravesando los salones que aun dejaban ver la influencia morisca en su arquitectura, hasta llegar a la pequeña sala de control situada en una de las tres salas que antes fingían como bibliotecas. - Duplica la guardia del edificio, y enciende los reflectores secundarios- - Si señor-

   El grupo avanzaba reptando los últimos metros de césped que los separaban del muro del edificio, cuando inesperadamente un grupo de soldados salio a trote por la entrada principal, distribuyéndose en torno al edificio, apenas se lograron poner al resguardo tras unos arbustos cuando unos diez reflectores rasgaron la oscuridad, iluminando todo el patio interno del complejo. En ese momento Redmond entendió que la misión se acababa de complicar y tenían que actuar con rapidez. Por fortuna para ellos, el entrenamiento del pequeño fue en avance mucho mas pronto de que esperaba, permitiéndoles ejecutar la misión antes de lo previsto, el joven Jhon cumpliría un papel muy importante esta noche.
   Entraron por una ventana que dirigía al sótano, según las indicaciones de Gibson, tenían que subir dos niveles, y atravesar varios salones para poder llegar a la habitación principal, donde se encontraba El León. A partir de este punto, la comunicación se tornaría totalmente silenciosa; cada uno apagó su transmisor, y avanzaron siguiendo las indicaciones de Redmond.

   El oficial a cargo de la vigilancia presentaba un informe a si jefe, todo en estaba en la mas absoluta calma, y el perímetro asegurado.

    Los 6 miembros restantes del EP ya habían llegado al nivel en que se encontraba la habitación de mando,  en ese punto, Mounds se separó del grupo tras recibir una orden de su líder, su trabajo consistiría en asegurarse que Semm no escapara con vida de ese lugar, aún si eso significaba tener que echar abajo el edificio. Y Raven buscó una posición segura en el tejado del edificio, para tomar el control del helicóptero en cuanto este llegara, como siempre decía Redmond, la ruta de escape debía de ser lo mejor planeado de una misión. El resto del equipo siguió avanzando en la dirección que Gibson mostraba por medio de comandos señalados. A la mitad del recorrido Freeman tomó su lugar de vigilancia, y Gibson,  Redmond y Jhon siguieron avanzando, el camino estaba despejado, al parecer todos los soldados se encontraban resguardando el exterior, y, de acuerdo a Gibson solo había 2 guardias de puesto dentro del cuarto de comando, tres objetivos en total. Siguieron avanzando sin complicación alguna, y antes de dar vuelta en el último pasillo que los separaba de la habitación a la que se dirigían, Gibson recibió la orden de tomar posición, así que solo avanzaron Redmond y Jhon. Cuando doblaron la esquina del pasillo, se encontraron ante un obstáculo que no había estado previsto, a Jhon se le heló la sangre.
  Parados a unos metros de la puerta de la habitación principal se encontraban de pie dos figuras humanas, ambas miraban a los dos soldados armados con los ojos abiertos por la sorpresa, encapases de moverse, los dos habían sido testigos en ocasiones pasadas lo que eran capaces de hacer los soldados que portaban una insignia de la AS.  Frente a Jhon y su líder se encontraban lo que debían de ser voluntarios para atender las necesidades de los rebeldes del cuartel. La mujer aferró la mano del pequeño, y, aunque no pudo articular palabra alguna, sabia que pedir clemencia a esos asesinos era inútil, lo único que pudo hacer fue encomendar su vida y la del pequeño a Dios.
    El mayor Redmond avanzó hacia los dos voluntarios, con la mano derecha levantada y extendida, haciendo ver a la mujer que no haría nada contra ellos; pero su mano derecha se posó detrás de su espalda, cogiendo una de las armas más silenciosas con las que contaba el ejército de la AS. Los ojos de la mujer estaban fijos en la mano levantada del soldado, paralizada del terror que sentía, pero albergando una esperanza al ver que este se dirigía hacia ella con una sonrisa tranquilizadora. Cuando Redmond llegó a un lado de la mujer, la rodeo de forma tranquilizadora con un brazo, ella no puso resistencia, de un extraño modo, ese soldado le inspiraba confianza; pero en ese momento el mayor desenfundó su arma, y sin darle momento de pensar, disparo directamente a la cien de la mujer. Esta se desplomo en el suelo, en un charco de sangre que cada vez se hacia mas grande, su cuerpo aun daba pequeñas convulsiones cuando el niño se arrodillo para abrasarla. Jhon no podía dar crédito a lo que miraba, su líder acababa de matar a sangre fría a una inocente civil, eso no era parte de los valores que le habían inculcado en la Escuela militar especializada; pero todavía no había visto nada.
   Incrédulo, observó cómo Redmond apuntaba su pistola, esta vez contra el pequeño, y sin darle tiempo de hacer nada, apretó el gatillo, el apagado y apenas audible sonido del arma al escupir el mortal proyectil. El cuerpo del pequeño cayó sobre el de su madre, y el charco de sangre se volvió más grande al fusionarse con el de la mujer. Jhon avanzó hacia los dos cadáveres, y aunque no pronunció una sola palabra, Redmond le hizo un gesto imperante de que guardara silencio, y no cuestionara. Pero el hijo del General no podía dejar de cuestionar lo que acababa de ver " Acaba de matar a dos civiles, y uno es un niño! Nuestro objetivo es el líder rebelde, no asesinar inocentes!" A pesar de eso, una parte de su entrenamiento militar le decía que su jefe hizo lo correcto, no podían permitir que un grito de ellos alertara al enemigo de su posición, y dado que eran un grupo de élite, no contaban con armas no letales.
   Superando su aberración por lo ocurrido, su entrenamiento militar tomó el control de su ser, y recordó que el éxito de la misión era de vital importancia, así que se dispuso a seguir las ordenes del líder. Redmond rompió el silencio por primera vez desde que se encontraban dentro del edificio, y activando su comunicador, le indico a Jhon que hiciera lo mismo. Por el radio, Redmond dio órdenes apenas audibles de lo que habría de hacer. Farawey ya estaba en posición, y estaba reportando la ubicación de los dos guardias dentro de la sala de mando, así como la de Semm. -De acuerdo Farawey, a mi señal derribaras a los dos guardias, McAnsse se encargara de El León, y yo cubriré desde este punto, en cuanto escuchen los cristales rotos, este lugar se llenara de rebeldes. Equipo de retaguardia, entendió la orden?- -Copiado señor- -Fin de la comunicación-. Todos apagaron sus equipos, menos Jhon y Redmond, y posicionaron a los lados de las puertas; pero antes de entrar, Redmond indico a su tutelo que se acercara.
   -Escucha chico, el General quería que tu solo te encargaras de El León; pero si se complican las cosas, estaré de este lado de la puerta, solo pídeme ayuda, entendiste?- - Si señor!- La desconfianza que su líder le había inspirado momentos antes se disipó con ese gesto, ir en contra del General, aunque fuera en algo tan pequeño era muy arriesgado, y sin embargo, su jefe estaba dispuesto a hacerlo por el. -De acuerdo señor McAnsse, Adelante!-
   El joven soldado entro en la habitación con la agilidad que había adquirido en su entrenamiento; pero una vez adentro, se dio cuenta de que algo iba terriblemente mal, dentro de la habilitación solo se encontraba Semm Lenahh, y por el estado intacto del vitral, se dio cuenta de que Farawey no había disparado contra nadie. Esa visión lo dejo helado, apuntando su arma hacia el líder rebelde, que tenia los brazos levantados en señal de rendimiento, y en su rostro se dibujaba una expresión de sorpresa, mas no de miedo. Al saber que no se encontraba nadie escondido en la habitación, utilizo su radio para comunicarse con Redmond. -Señor, aquí McAnsse, creo que algo no ha ido bien, tengo al objetivo, pero no había nadie mas en la habitación- Silencio, nadie contestó por el radio. Después de varios intentos, Jhon se percato de que las cosas estaban peor de lo que pensaba.

   Del otro lado de la puerta, el oficial que debía de prestar apoyo se había retirado, al igual que el resto del equipo, en ese momento, todos llegaban al techo del edificio, esperando a que el helicóptero de combate hiciera tierra. Cuando por fin subieron, el helicóptero tomó altura, se escucharon algunos disparos, y Redmond vería por la compuerta abierta el caos que reinaba en el perímetro del edificio. -Mounds, cuanto tiempo tenemos antes de que todo el edificio vuele?- -5 minutos señor.-. "de acuerdo, el trabajo está hecho, hasta nunca, generalito".


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